Marco Mendonça nació en Mozambique y comenzó a participar a los 4 años en las fiestas del 10 de junio organizadas por la Escola Portuguesa de Cahora Bassa (en Tete), donde empezó a revelar su talento para las artes escénicas y donde llegó a bailar como el rey, Elvis Presley, en séptimo grado. Fue allí donde nació su gusto por la mirada transparente del público. Esta escena se cuenta justo al comienzo de este episodio.
A los 12 años se trasladó con su familia a la orilla sur de Lisboa, donde descubrió de nuevo la interpretación, tras una adolescencia un tanto apática y solitaria. Y fue un golpe de suerte que me enteré de la existencia de la Escola Superior de Teatro e Cinema poco después de terminar la secundaria.
Se dice que el actor ingresó al Conservatorio precisamente, por la suerte de un asterisco, y que fue allí donde encontró su tribu, su lugar, su vocación.
También fue recién en esa época cuando descubrió los abrazos como forma de saludo y comenzó a adquirir el hábito y la urgencia de ver teatro. Y actuar, por supuesto.
Años más tarde fue pasante en el Teatro Nacional D. María II, donde participó en tragedias griegas, hizo teatro infantil, fue una de varias Catarinas en “Catarina o la belleza de matar fascistas”, de Tiago Rodrigues y luego fue diputado al Parlamento Elefante, en proyecto que ganó la primera edición de la Beca Amélia Rey Colaço, en 2019, cocreada con João Pedro Leal y Eduardo Molina. Dos amigos con los que luego firmó “Cordyceps”pieza apoyada por Rede 5 Sentidos (2021).
Y es en 2023 cuando Marco Mendonça estrena su primera creación en solitario, “Blackface”, elegida por el diario Público como la mejor representación teatral del año.
Para esta conferencia musical, Marco Mendonça busca los límites de lo que se puede representar en el escenario, a partir de experiencias personales y de la historia de la música. “negrita” como práctica teatral racista (desde sus raíces en Estados Unidos hasta su recorrido y expresión en Portugal). Una práctica de pantomima que consiste en personas blancas, con el rostro pintado de negro, que intentan imitar a los negros, a menudo en forma de caricatura.
Y en cuanto a las voces reactivas de lo que llaman lenguaje “políticamente correcto”, al afirmar que contribuye al fin de la libertad de expresión de los artistas que sólo quieren hacer su trabajo, Marco deconstruye el tema en esta primera parte del podcast: “El racismo no es trabajo. Y si en un mundo ideal todos podrían desempeñar todos los papeles, la verdad es que sólo unos pocos han tenido acceso al escenario y a determinados lugares, los blancos”.
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El actor también sostiene que la cara negra, “conceptualmente llamada racismo”, no es humor. Porque ataca, ofende, deshumaniza, invisibiliza y oprime. “Aunque siglos de opresión lo han convertido en un tema tabú –y normalizado– a los ojos del poder y la sociedad”.
Marco Mendonça también sostiene que el racismo no es un mito ni una fantasía. “Es real, visible”. Y deja en el aire la pregunta: “Si no es trabajo, no es humor, no es mito, entonces ¿cuál es el lugar del ‘blackface’ en el arte?
En un momento en que los escenarios nacionales están cada vez más ocupados por artistas negros, la“negrita” ¿Se convirtió en un chiste de mal gusto que envejeció mal o persiste? La respuesta también se puede escuchar en esta primera parte, que cuenta con intervenciones especiales (y sorpresa) de los actores y creadores Eduardo Molina, Nádia Yracema y Bruno Huca.
Como sabes, el genérico está firmado por marcia y cuenta con la colaboración de el habia tomado. Los retratos son de José Fernandes. Y el diseño de sonido de este podcast es João Ribeiro.
La segunda parte de este episodio se estrenará este sábado por la mañana. ¡Feliz escucha!