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Incendios: sólo 3 palabras deletrean prevención

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En agosto de 2022, tras el catastrófico incendio en la que es la segunda área protegida más grande del país, la Serra da Estrela, el presidente del Ayuntamiento de Manteigas se asumió como una de las pocas voces lúcidas entre los líderes políticos: “en nuestro municipio, queremos empezar a plantar sólo maderas duras”, dijo en aquel momento – cito de memoria – en la televisión.

El independiente Flávio Massano –elegido en septiembre de 2021 al frente del movimiento ciudadano “Manteigas 2030”– reconoció así cuál es el dato más esencial en la prevención de incendios forestales: el tipo de árboles que mantenemos en el territorio, que es por naturaleza pequeño -holding y desordenado.

El programa electoral del movimiento “Manteigas 2030” afirmó que “la naturaleza también es nuestro mayor activo. Es lo que nos permite y nos permitirá atraer personas y familias, atraer inversiones y atraer turismo”. Por eso el alcalde reconoció la relevancia de que, tras días infernales de lucha contra las llamas, se lograra frenar el incendio en el Parque Natural de la Serra da Estrela cuando alcanzó el prístino bosque autóctono de tejo y frondosas.

Claro y cristalino. Pero no para Luís Montenegro, que hace unos días aseguraba que los incendios se combaten con mano más dura. O que la mayoría de los políticos, que demagógicamente permiten y facilitan los insalubres negocios forestales –prósperos para algunos, empezando por las influyentes empresas de celulosa, propietarias de 200 mil hectáreas de eucaliptos, pero ruinosos para el país y especialmente para el interior– sigan proliferan con total descaro.

Resulta incomprensible que el Estado, ante la extrema fragmentación del espacio rural en el centro y norte, no impulse y apoye formas de gestión agrupada, ya tipificada por ley, de miles de parcelas pequeñas y muy pequeñas. Sólo así se podrá ganar escala y capacidad para llevar a cabo una planificación forestal, una gestión competente y una diversificación del mosaico rural, valorando criterios ambientales, privilegiando las especies autóctonas y permitiendo algunos ingresos a los pequeños y pequeñísimos propietarios, sin que se vuelvan dependientes del eucalipto. .

De las 70 áreas de gestión integrada del paisaje (AIGP) creadas hace 4 años, que cubren 140 mil hectáreas, ninguna está sobre el terreno. Las 200 zonas de intervención forestal (ZIF) creadas, que cubren alrededor de 600 mil hectáreas, nunca recibieron el apoyo que deberían haber recibido. La práctica parece demostrar que no hay interés en medidas que organicen el bosque. ¿A quién le importa el caos?

Dos años después, aparentemente seguimos ciegos ante este hecho: tener los llamados árboles de “fuego” rodeando pueblos y ciudades o tener árboles de “fuego”, como eucaliptos y acacias en la cabecera, pero también pinos marítimos, hace que todos los diferencia .

Entonces, ¿por qué el poder político sigue permitiendo que los propietarios de bosques, la mayoría de los cuales son pequeños, se vuelvan dependientes de la expansión de un monocultivo “verde” que destruye la biodiversidad, agota el agua y los minerales del suelo que nos alimenta y no promueve ni financia, por el contrario, la plantación de robles, madroños, alcornoques, encinas, pinos piñoneros, cerezos o castaños, sin olvidar las importantes especies ribereñas (alisos, chopos, fresnos, sauces, olmos y abedules) que nos protegen de ¿lleno?

Las imágenes que vimos esta semana, el aire irrespirable y luego la ceniza en dos de las ciudades más grandes del país, Oporto y Aveiro; la desesperación de los más pobres del norte y centro del interior, en pueblos donde casas y negocios ardieron sin que estuviera presente un solo bombero; Las personas atrapadas en automóviles que circulan por carreteras bordeadas de llamas y humo, que las autoridades no cerraron a tiempo, plantean una pregunta legítima: ¿cuándo habrá coraje político para poner fin al infierno de las llamas?

Además del mito de los “criminales”, los políticos, en lo que respecta a los incendios, lograron con gran éxito inculcar en la población otro mito, el de “limpieza” milagrosa. Pero ¿de qué sirve “limpiar” las copas que nos dan sombra, frutos y leña cuando los eucaliptos dominan en extensiones ininterrumpidas de cientos o miles de hectáreas? Incluso en la ciudad, el mito de la “limpieza” ha provocado una histeria colectiva y, hoy en día, la gente, presa del pánico, llama a los consejos parroquiales para exigir la desbrozadora, cuando no es el caso. glifosato, potencialmente cancerígeno, pero con el que vivimos bien, a la luz de las concesiones de la Comisión Europea: apenas ven surgir una mala hierba, aunque florezca, aunque atraiga a los polinizadores a la ciudad.

Esta semana, en CNN, vi a un periodista pedirle al reportero de imagen que le mostrara, en medio de imágenes violentas de un incendio en vastas áreas de eucaliptos, a uno de estos delincuentes, las “hierbas” al costado de la carretera que insistía en creciendo (quizás bastante verde). Diabolizar las hierbas del camino también se ha convertido en una forma de informarnos. Es como ver el árbol sin poder ver el bosque.

Lamentablemente, las palabras de Gonçalo Ribeiro Telles siguen vigentes hoy: “Limpiar el bosque es un mito. ¿Qué se limpia en el bosque, materia orgánica? ¿Y qué se hace con la materia orgánica, tirarla, quemarla? Antiguamente era con este material con el que se mantenía la agricultura en buen estado y se mejoraba la calidad del suelo. Y, al mismo tiempo, se mantuvo en el bosque una cantidad suficiente para que hubiera una mayor capacidad de retención de agua. Con una limpieza exhaustiva transformamos el bosque en un espejo y el agua corre más rápido y queda menos retenida en el bosque, por lo tanto el ambiente se vuelve más seco. La limpieza debe entenderse como una operación agrícola. Pero este bosque monocultural de resinosos y eucaliptos, limpio o no, no sirve más que para quemar. Ese bosque vive sin gente”.

Otro mito son las “bandas de gestión de combustible”, auténticas panaceas ante el combustible exponencial de las llamas que constituyen los proyectiles incendiarios que los eucaliptos pueden esparcir hasta a 6 kilómetros de distancia. Eso sí, el resto depende principalmente de la suerte: es decir, de si hay viento o no.

Como sabe cualquier estudiante de ecología de incendios, además del viento, la humedad almacenada en el suelo es un factor extremadamente importante para prevenir la propagación de un incendio forestal. ¿Y qué permite que el suelo tenga la capacidad de funcionar como una “esponja”? Precisamente el hecho de tener, o no, vegetación, manto muerto, biodiversidad.

Sin embargo, también vi a los periodistas escribir que todo se solucionaría con la concesión de licencias para nuevas plantas de combustión de biomasa. Algunos medios de comunicación parecen ignorar que la quema de residuos forestales aumenta –además de la contaminación atmosférica– el nivel de emisiones de gases de efecto invernadero que causan el calentamiento global, agravando así el riesgo de incendios. Además, debido a la falta de materias primas, las plantas de biomasa no queman lo que prometen (podas agrícolas y residuos forestales), sino árboles de gran tamaño, llegando incluso a mutilar las podas urbanas y que además empeorarán la calidad del aire en las ciudades y el “calor”. efecto isla”.

Esta semana, la SIC llamó miguel serranoex gerente de Soporcel, para hablarnos con pesar de los incendios. Y RTP logró la hazaña de considerar entrevistar a “servicio público” Henrique Pereira dos Santosex miembro del Ministerio de Medio Ambiente/ICNF que en las últimas décadas se ha dado a conocer por ser un acérrimo defensor de los campos de golf y eucalipto habiendo incluso creado un ONG que gestiona el terreno/ está financiado por Altri y Navigator.

Es cierto que Tiago Oliveira, el propio presidente de la Agencia de Gestión Integrada de Incendios Rurales (AGIF), es un ex empleado de celulosa. Este es uno de los últimos ejemplos de “placa giratoria”, pero hay muchos otros que pululan en el sector forestal, a saber, João Alves Soares, ex Director General de Bosques, ex Portucel-Soporcel, ex Emporsil (filial de Navigator) y ex Secretario de Estado de Bosques y él mismo Presidente de la Asamblea de la República, Aguiar-Branco, quien fue presidente de la Asamblea General de Semapa y Portucel.

Por lo tanto, Primer Ministro, en lugar de buscar “criminales”, demuestre que realmente quiere cambiar y hacerlo mejor. En un escenario de cambio climático como el que estamos viviendo, los incendios forestales son difíciles de combatir, pero se pueden prevenir. Te desafío a:

1. Promover y apoyar técnica y financieramente la gestión agrupada y escalada de las áreas rurales para que la planificación sea factible;

2. Derogar inmediatamente la Ley Cristas y la tristemente famosa decreto-ley nº 96/2013del Gobierno PSD/CDS, que liberalizó las plantaciones de eucaliptos;

3. Proceder a la revocación o revisión de varios Programas Regionales de Manejo Forestal (PROF) donde el eucalipto, al igual que otras especies forestales desfavorables, aparecen como “especies a privilegiar”.

4. Prohibir la plantación de nuevas áreas de eucaliptos y regular la expansión del pino marítimo, promoviendo la creación de áreas “mosaicos” biodiversas que promuevan los servicios ecosistémicos;

5. Aprobar los planes de gestión forestal, que precisamente abogan por la reducción de la superficie de eucaliptos, actualmente “archivados” precisamente porque enfrentan intereses creados: este es el caso del programa Fuego de escapeque aboga “por la creación de líneas vacías, zonas agrícolas y de pastoreo y una paulatina vuelta al bosque nativo;

6. Ofrecer incentivos económicos a las poblaciones, especialmente del interior, para que planten robles, madroños, hayas, tejos y todas las especies autóctonas del paisaje mediterráneo. Además, un bosque de robles puede proporcionar un rendimiento razonable: hasta entre 2,5 veces más (valor de uso directo) y 7 veces más (valor económico total), en comparación con el eucalipto, al igual que la explotación del corcho o los piñones;

7. Revisar la llamada ley de limpieza de 2006, a la luz de la ciencia y de las mejores prácticas europeas de gestión forestal, abandonando la vía represiva y la intimidación generalizada de la población impulsada coercitivamente a “limpiezas” económicamente inviables y que sólo camuflan la génesis de los problemas;

8. Trabajar con la Asociación Nacional de Municipios Portugueses (ANMP) y la Asociación Nacional de Parroquias (ANAFRE) para que todos los consejos parroquiales estén equipados urgentemente con trituradoras de residuos forestales, que se entregarán gratuitamente a los residentes, capacitándolos en la necesidad de prevenir el suelo. la erosión y desertificación del país, aumentando los niveles de carbono y su capacidad de retener agua;

9. Funda el AGIF en el Instituto para la Conservación de la Naturaleza y los Bosques (ICNF), proporcionándole los recursos financieros y humanos que tanto necesita; además, es incomprensible que el AGIF haya sido sustraído de la coordinación directa del Primer Ministro. quedar bajo la supervisión del Ministerio de Agricultura, que claramente no tiene la sensibilidad y el conocimiento para llevar a cabo esta misión;

10. Por último, y muy importante, escuchar a técnicos cuyos conocimientos son indiscutibles desde el punto de vista científico, como por ejemplo Prof. Manuela Raposo Magalhãesa Prof. Helena Freitas o el Profe. Jorge Paiva, creando una nueva y diferente economía forestal que permita alcanzar una sostenibilidad efectiva, con respeto al medio ambiente, la vida y la sociedad.

En resumen, Primer Ministro: Gestión (agrupados y escalados), Maderas duras mi Crujido (de biomasa, devolviendo carbono y agua al suelo), las 3 palabras mágicas que nos llevarán a un futuro con menos incendios. ¡Demostremos por fin a los portugueses que, en la medida en que dependa de ellos, dejaremos de ser un inmenso y desolado Eucalyptogal!

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