A La conversación comienza con un acuerdo: pasar inmediatamente de “tú” a “tú”. Después de todo, Gustavo Santaolalla es argentino y también lo es el interlocutor actual, y ningún argentino que se precie puede permanecer formal por mucho tiempo. Además, ama Portugal, fue amigo de Carlos do Carmo, produjo el primer disco de Cuca Roseta, viajó en coche con su familia “de Oporto al Algarve”, sólo para conocerlo. “Me encanta la gente, la comida”, destaca. Por ello, está ilusionado con su regreso al país, previsto para el 26 de septiembre en la Casa da Música de Oporto. Allí, en un escenario que desde hace tiempo desea visitar, brindará un concierto único y el primero de una gira que celebra los 25 años de “Ronroco”, un disco emblemático de finales de los 90 en el que este instrumento andino, hasta entonces semi -conocido, juega el papel principal. Ganador de varios Grammy, dos Bafta y un Globo de Oro como productor y compositor, Santaolalla es el hombre detrás de bandas sonoras como “Brokeback Mountain”, de Ang Lee, y “Babel”, de Alejandro González Iñárritu, con la que ganó dos Oscar consecutivos. Premios a la mejor banda sonora. Posteriormente se le presentó la posibilidad de componer para el videojuego “The Last of Us”, que inspiró la serie de HBO del mismo nombre. Pero la suya es una historia que comenzó en Ciudad Jardín, provincia de Buenos Aires, donde se instaló con sus padres. Fue aquí donde el excelente estudiante que un día quiso ser sacerdote pero tuvo una crisis de fe eligió sagradamente la música. De la vida “monástica” en comunidad y apartado del mundo, dio un largo paso hasta el exilio en Los Ángeles, su base desde los 27 años. Es a partir de ahí que lo escuchamos pedirle mate a su esposa mientras habla con nosotros y pospone una entrevista posterior. “Tenemos tiempo”, repite, y continúa hablando de todo esto e incluso del mundo en transición en el que vivimos, la física cuántica, la “horrible” Argentina de Javier Milei y el arte como medio para no volverse loco.
